Mis lecturas del Marzo Asiático de 2022
La iniciativa de Marzo Asiático nació en 2019 a raíz de un reto que propuso Magrat Ajostiernos: dedicar marzo a leer solo literatura asiática o de autores de ascendencia asiática. Supe de ello hace poco y me pareció una manera estupenda de conocer otras culturas, así que este año he decidido apuntarme. Para aprovecharlo al máximo, en lugar de limitarme a un solo país, me he obligado a buscar autores de varios y el resultado ha sido Vietnam, China, Japón y Malasia.
¿Quieres saber cuáles han sido mis lecturas de este mes? ¡Te adelanto que he acertado de pleno con mis elecciones!
The House of Shattered Wings, de Aliette de Bodard
París ha quedado devastada después de una gran guerra: los edificios están en ruinas y el Sena es un río negro al que no conviene acercarse demasiado, contaminado por las cenizas y los restos de magia. En esa ciudad en declive, todas las Casas se esfuerzan por mantener la influencia, aunque dentro de unos límites, pues son conscientes de que ninguna puede permitirse otra guerra. El precario equilibrio peligra cuando una maldición dirigida a una de las grandes Casas se cobra víctimas mortales. ¿Quién posee suficiente poder para matar de esa manera tanto a ángeles caídos como a seres humanos? ¿Es posible romper la maldición a tiempo para evitar una catástrofe?
Cualquier cosa firmada por Aliette de Bodard cuenta con mi confianza absoluta, pero es que además este libro tenía todas las papeletas para gustarme: París, ángeles caídos, maldiciones, intriga, dragones… Y, aun así, ¡ha superado mis expectativas! Me ha hecho debatirme entre pegarme un atracón (porque cada página era una maravilla, porque quería resolver el misterio, porque me fascinaban la magia, los personajes, las descripciones de un París familiar pero venido a menos) y tomármelo con calma porque no quería que se acabara. Por suerte, forma parte de una trilogía y hay más historias ambientadas en ese universo, así que ¡tengo lectura para rato!
Sin dejar de lado la trama de intriga, las ricas descripciones que evocan magistralmente las zonas más emblemáticas de París y la combinación de varios sistemas de magia (la de los ángeles, la relacionada con los cinco elementos de la cultura vietnamita y el misterioso poder de los dragones acuáticos), otro de los componentes que más llama la atención es la nostalgia, siempre presente por diferentes causas: por el Cielo en el caso de los ángeles caídos, por la tierra natal, por la gloria del pasado, por los seres queridos que ya no volverán…
Y, por supuesto, hay que destacar la gran variedad de personajes, tan bien definidos que es imposible no empatizar con ellos aunque cada uno tenga personalidades y motivaciones muy diferentes: Isabelle, una ángel caída recién llegada a la Tierra que está aprendiendo a usar sus poderes y adaptándose a su nueva situación; Philippe, un inmortal anamita que odia el sistema de las Casas desde que lo secuestraron de su tierra natal para obligarlo a luchar en una guerra sin sentido; Selene, líder de una de las Casas principales de París, que se esfuerza por mantenerla sólida y estable pese a la decadencia en la que está sumida desde la desaparición de su fundador; Madeleine, una alquimista humana cuyo traumático pasado ha derivado en una adicción a la esencia de ángel; Asmodeus, el despiadado líder de una Casa rival cuyas intenciones son difíciles de adivinar…
En definitiva, el libro perfecto para empezar el mes por todo lo alto.
Exhalación, de Ted Chiang
(traducción de Rubén Martín Giráldez)
Una excelente colección de relatos de ciencia ficción tan bien presentados que al poco de empezar a leer es como si las tecnologías que describe hubieran existido desde siempre y solo queda dejarte llevar por las reflexiones filosóficas que plantea.
Dos de los temas recurrentes son el libre albedrío y el determinismo. En «El comerciante y la puerta del alquimista», se relatan varias historias entrelazadas sobre personajes que viajan veinte años hacia el futuro o hacia el pasado, en un estilo que recuerda a Las mil y una noches. Aunque no pueden cambiar ningún suceso, las lecciones que aprenden (o dejan de aprender) en esos viajes dan un giro a sus vidas. En «Lo que se espera de nosotros», la idea del libre albedrío se desmorona a causa de un aparato que se ilumina justo un segundo antes de pulsar un botón, con consecuencias devastadoras para la humanidad. En «La ansiedad es el vértigo de la libertad», se plantea la posibilidad de comunicarse con versiones alternativas de nuestro yo que habitan en universos paralelos. Se explica por qué es imposible predecir las consecuencias incluso de las acciones aparentemente más insignificantes y se reflexiona sobre las implicaciones morales de la existencia de realidades alternativas en la toma de decisiones. También surgen preguntas sobre el sentido de la vida en «Ónfalo», ambientado en un mundo lleno de pruebas que confirman el creacionismo donde un nuevo descubrimiento científico está a punto de poner en entredicho las creencias básicas de la humanidad.
Varios de los relatos están protagonizados por robots e inteligencias no humanas. En «Exhalación» asistimos a la autodisección de un ser mecánico decidido a averiguar todo lo posible sobre el origen de la vida. En «El ciclo de vida de los elementos de software», una deliciosa novela corta, se nos presentan unas mascotas virtuales autoconscientes que maduran a medida que se dedica tiempo a criarlas y se plantean preguntas interesantes sobre los derechos que les corresponderían y la responsabilidad que deberíamos adoptar para con ellas. «La niñera automática, patentada por Dacey» es una especulación sobre el apego infantil a una niñera mecánica y la verdad es que me ha sabido a poco, aunque tiene gracia como parodia del estilo científico victoriano. Y, alejándonos de la ciencia ficción, «El gran silencio» es un texto breve y conmovedor que llama la atención sobre una especie con la que convivimos aquí en la Tierra.
Por último, cabe destacar «La verdad del hecho, la verdad del sentimiento», donde se entrelazan dos relatos sobre la memoria y la verdad: en uno se describe una herramienta que permite grabar en vídeo todo lo que nos sucede para después acceder a los recuerdos exactos de aquello que hemos vivido; en el otro se analizan las consecuencias de la introducción de la escritura en una cultura oral, así como los diferentes términos para describir la veracidad. Así, se plantea que eso que llamamos «verdad» no es más que una idea subjetiva construida a partir de la versión de los hechos que encaja con nuestros deseos y expectativas, tanto desde el punto de vista personal como desde el colectivo. Curiosamente, esta historia se me ha hecho muy familiar, como si la hubiera leído hace tiempo, pero no he encontrado que se haya publicado en otro sitio antes, así que queda claro que mi memoria tampoco es infalible.
Pensamientos desde mi cabaña, de Kamo no Chōmei
(traducción de Kazuya Sakai)
Un poeta que ha decidido abandonar Kioto y retirarse a una humilde cabaña en el monte reflexiona sobre la transitoriedad del mundo, ejemplificada en las numerosas catástrofes que asolaron la ciudad en los años anteriores (desde terremotos e incendios hasta pestes y hambrunas), y sobre su vida en plena naturaleza, lejos de las preocupaciones mundanas. Tras dar algunas pinceladas sobre la sociedad del siglo XII y los motivos por los que la ha dejado atrás, se centra en su día a día, donde predominan la poesía y las prácticas budistas, y salpica el texto de descripciones líricas del paisaje que lo rodea.
Como el ensayo de Chōmei es muy breve (poco más de cuarenta páginas), en esta cuidada edición viene acompañado de otros textos que profundizan en la época, la biografía y la obra del autor: un prólogo de Natsume Sōseki (traducido por Sara Pintado), un posfacio de Jacqueline Pigeot (traducido por Guillermo de Eugenio) y un ensayo de Tamamura Kyo (traducción de Bruno Mattiussi). En ocasiones, los datos son contradictorios, así que nos toca decidir si queremos creer una de las versiones o si preferimos aceptar el misterio que envuelve ciertos aspectos de su vida.
La constelación de los cuervos y otros cuentos mágicos, de Miyazawa Kenji
(traducción de Kuniko Ikeda y Marta Añorbe Mateos)
Si tuviera que elegir una palabra para describir los cuentos de esta colección, sería precisamente el adjetivo «mágicos» que forma parte del título. No se trata solo de los animales y plantas parlantes, de los objetos que cobran vida y de las transformaciones fantásticas, sino de la absoluta naturalidad con la que aparecen, que transmite la sensación de sumergirse en un mundo onírico, algo parecido a lo que ocurre en Alicia en el país de las maravillas, solo que en un ambiente inconfundiblemente japonés.
Gran parte de los cuentos transcurren en la naturaleza, como «El cuarto día del mes de los narcisos», una preciosa narración sobre los espíritus de las nieves, o «El bosque de los Robos», donde un grupo de campesinos se instala en una zona en la que no dejan de desaparecerles cosas. El humor, que está presente en la mayoría de las historias, sobresale en «El mesón de los muchos pedidos», donde dos cazadores hambrientos encuentran un restaurante de lo más sospechoso, y «El origen del baile del ciervo», que muestra la reacción de una manada de ciervos al encontrar un objeto que nunca antes habían visto. Y, para terminar con los ejemplos, también destacan los cuentos con un mensaje social, como el antimilitarismo de «La constelación de los cuervos» y «Los postes eléctricos en la noche de luna» o la crítica a la explotación laboral de «Ozbel y el elefante».
La mujer de terracota, de Zen Cho
(traducción de Rebeca Cardeñoso)
Poco después de morir, a Siew Tsin la casan con el hombre más rico del infierno. A partir de entonces, sus días transcurren en la rutina de la décima corte, donde habitan los espíritus lo bastante virtuosos o ricos para no tener que padecer las torturas de los demonios. Aunque no es la situación ideal, mucho peor es la alternativa: reencarnarse, lo que equivale a «la verdadera muerte» porque conlleva perder la memoria y la conciencia. La monotonía se rompe cuando Siew Tsin conoce a la nueva esposa de su marido, una mujer de terracota cuya existencia pone en jaque todo el sistema que rige la vida y la muerte.
Esta historia cortita pero cautivadora nos introduce con gran habilidad en el inframundo chino, donde los espíritus de las personas fallecidas conviven con sirvientes de papel, demonios que ejercen de funcionarios corruptos y el famoso ejército de guerreros de terracota, ahora convertido en una banda de mercenarios. Además de la fascinante ambientación, me ha encantado la evolución de la protagonista, una joven acostumbrada a ver la vida (y la muerte) pasar hasta que algo le hace darse cuenta de que debe tomar una decisión. También hay que mencionar el mimo con el que se ha preparado esta edición, que cuenta con las evocadoras ilustraciones de Qu Lan y un posfacio en el que Wang Xing explica algunas de las tradiciones chinas que aparecen en el relato, así como varios conceptos budistas y taoístas relacionados con la reencarnación y el más allá.