Alucinaciones, de Oliver Sacks
Hace tiempo participé en un club de lectura para profesionales sanitarios y fue una experiencia muy enriquecedora porque me permitió acercarme a la actividad diaria de las personas que trabajan en el ámbito de la salud. Una cosa es traducir protocolos de ensayos clínicos, artículos de investigación o manuales de prótesis y otra bien distinta, aprender de las experiencias de quienes van a leer y utilizar mis traducciones, comprender sus preocupaciones y sus necesidades.
Aunque ese club ya no existe, me dejó muy clara la importancia de adentrarme en el día a día de las personas para las que traduzco, así que sigo leyendo libros escritos por profesionales del sector para ampliar mis conocimientos y explorar el lado de la medicina que suele quedarnos más lejano a quienes no la practicamos.
En esta ocasión, el elegido ha sido Alucinaciones, de Oliver Sacks (con la traducción de Damián Alou), que me llamó la atención al encontrarlo en la biblioteca justo después de terminar el curso sobre la esquizofrenia, aunque en realidad apenas se habla de las alucinaciones relacionadas con esta enfermedad, sino que se centra en las causadas por multitud de otros factores: la pérdida de visión, la privación sensorial, las drogas y ciertos tratamientos farmacológicos, la migraña, la fiebre, la epilepsia, etc.
Describe tantos casos que sería imposible hacer un resumen, así que me limitaré a comentar algunos de los que más me han llamado la atención. Uno de ellos es el síndrome de Charles Bonnet, que afecta a las personas que han perdido la vista y que «ven» imágenes de lo más diversas, desde figuras geométricas simples hasta edificios o personas. En ocasiones, las alucinaciones consisten en letras o partituras musicales que al principio parecen reales pero que al fijarse resultan ser tan complejas que no tienen sentido.
También me parece destacable la variedad de alucinaciones que puede producir la epilepsia, desde olores, sonidos, déjà vus, jamais vus y recuerdos vívidos hasta las auras extáticas. Estas últimas, concretamente las relacionadas con la epilepsia del lóbulo temporal, me han sorprendido por su capacidad de cambiar la personalidad de quienes las sufren, lo que se refleja en el síndrome de Geschwind, caracterizado por la hiperreligiosidad de los pacientes, que creen haber sentido a Dios o visitado el cielo durante una crisis.
Dos capítulos están dedicados a las alucinaciones ligadas al sueño, como las alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas, las que sufren las personas con narcolepsia (que muchas veces se confunden con las de la esquizofrenia o simplemente no se diagnostican, por lo que los pacientes creen tener experiencias sobrenaturales) y las que aparecen durante la parálisis del sueño. Siempre me ha parecido un tema fascinante y se complementa muy bien con una de mis lecturas del año pasado: Por qué dormimos, de Matt Walker.
Por último, cabe destacar los dobles autoscópicos o doppelgänger, un tipo la experiencia extracorpórea en la que se ve a un doble de uno mismo que se percibe como una entidad diferente y que puede limitarse a caminar a cierta distancia e imitar los movimientos de la persona o en ocasiones incluso llegar a interactuar ella.
Aunque he echado de menos la profundización en algunos casos, que Sacks solo comenta de pasada porque los ha examinado más a fondo en otro de sus libros, en general ha sido una lectura amena y muy interesante que me ha dejado con ganas de seguir leyendo otras obras del autor.