Más de 1000 términos en mi base de datos terminológica de medio ambiente
Hace poco añadí el término número 1000 a la base de datos terminológica que utilizo para las traducciones del ámbito medioambiental. Me hizo mucha ilusión darme cuenta de lo que había crecido este recurso que alimento a diario, así que creo que es una buena ocasión para hablar sobre ese aspecto de mi trabajo en este blog.
¿Qué son las bases de datos terminológicas?
Las bases de datos terminológicas son herramientas que contienen términos de un ámbito concreto. La más conocida en Euskadi es Euskalterm, un recurso público creado para unificar la terminología en euskera y que permite buscar términos de diversas áreas en varios idiomas. De este modo, sirve para encontrar la palabra más adecuada para traducir un término y en ocasiones también aparece su definición.
En mi trabajo diario utilizo bases de datos terminológicas creadas por mí misma a partir de términos obtenidos tanto de fuentes oficiales como de otro tipo de lugares. Tengo una por cada combinación lingüística y por cada especialidad en la que trabajo y desde que empecé a usarlas las considero recursos imprescindibles. La que más a menudo utilizo es la de medioambiente para traducir del castellano al euskera, por lo que no debería sorprenderme que en un año y medio ya haya reunido más de 1000 términos.
¿Para qué sirven las bases de datos terminológicas?
Estas son las principales ventajas que les encuentro a la hora de traducir:
- Ayudan a ahorrar tiempo. Supongamos que tengo que traducir al euskera «evaluación ambiental estratégica». La base de datos reconoce el término y me ofrece la correspondencia «ingurumen-ebaluazio estrategiko». Así, por una parte, no tengo que decidir cómo traducirlo… y, por otra parte, ¡tampoco tengo que escribir la traducción entera! Como la base de datos me sugiere el término con solo escribir «ing», no tengo más que pulsar enter para que me aparezca escrito entero. De esta manera se ahorra muchísimo tiempo, ya que no hace falta teclear letra por letra.
- Ayudan a mantener la coherencia. A veces hay más de una forma de designar un concepto y todas son correctas (por ejemplo, «hots-kutsadura» y «kutsadura akustiko»). Sin embargo, en la mayoría de los textos conviene usar siempre la misma para no crear confusión. Si introduzco en la base de datos el término que prefiero, solo me sugerirá ese, así que no tendré que esforzarme para recordar cuál es el que he elegido.
- Se pueden adaptar a las preferencias del cliente. Hay clientes que tienen su propio glosario interno y me piden que utilice sus términos en las traducciones. La manera más fácil de hacerlo es crear una base de datos a partir de ese glosario, pues así siempre tendré delante las palabras que el cliente quiera que use.
- Se pueden añadir nuevos términos a medida que se traduce. Si en el texto con el que estoy trabajando me aparece un término nuevo, puedo introducirlo en la base de datos en cuanto decida cómo traducirlo. ¡Así tendré esa tarea adelantada en el próximo proyecto!
- Permiten resolver otros problemas. Al tener la terminología ya resuelta, puedo prestar atención a otras cuestiones: la sintaxis, el estilo, los problemas que pueda haber en el original… Huelga decir que, para que la traducción sea de calidad, también hay que cuidar esos aspectos aunque no se cuente con una base de datos terminológica, pero utilizando una dispongo de más tiempo (¡y espacio mental!) para pulir el texto hasta obtener el mejor resultado posible.
¿Cómo crear una base de datos terminológica del ámbito medioambiental?
Los textos del ámbito medioambiental suelen contener terminología de diferentes especialidades: biología, geografía, tecnología, urbanismo, administración… Estas son las principales fuentes que he utilizado para crear mi base de datos para traducir del castellano al euskera:
- Euskalterm. Esta siempre es mi primera opción porque contiene los términos normalizados o recomendados por la Comisión de Terminología del Gobierno Vasco. Además de hacer una búsqueda general, permite limitarla a áreas temáticas concretas: medio ambiente, biología, geología… Se puede buscar en castellano, en euskera, en francés, en inglés, en latín y en alemán (¡el latín es muy útil para encontrar los nombres en euskera de animales y plantas a partir de su nombre científico!).
- La sección Onomástica de Euskaltzaindia. Esta página web reúne los nombres oficiales en euskera (los aprobados por Euskaltzaindia) de lugares de todo el mundo: países, ciudades, mares, montes… Se pueden buscar introduciendo el nombre en castellano, en francés o el nombre propio de allí, y a veces también aparece el gentilicio.
- Las listas de nombres de EIMA. Si algún topónimo no está en la Onomástica de Euskaltzaindia, lo más probable es que se encuentre en este recurso. Está organizado a modo de glosario y contiene nombres en euskera, en castellano, en francés y en inglés.
- La norma 172 de Euskaltzaindia. Como se indica en el título, contiene nombres de las corrientes, de varias zonas marítimas y la toponimia de la Antártida (en euskera, en castellano, en francés y en inglés).
- La guía de aves de SEO Birdlife. Si en Euskalterm no aparece el nombre de algún ave, ¡seguro que aquí sí! La web solo está en castellano, pero en la ficha de cada ave, además de su nombre científico, se incluyen sus nombres en gallego, en catalán, en euskera y en inglés.
- Diccionario enciclopédico Harluxet. Como es un diccionario monolingüe, no sirve para buscar las correspondencias en euskera de las palabras en castellano, pero resulta muy útil para comprobar si la traducción que se me ha ocurrido para un término es correcta.