Crónica de Soiluzioak 2023, el primer Congreso de Protección del Suelo de Euskadi
El 10 y el 11 de octubre, como parte de mi formación continua en el ámbito del medioambiente, asistí a Soiluzioak, el Congreso de Protección del Suelo de Euskadi, una ocasión ideal para conocer de cerca el trabajo de tantos profesionales de los diversos campos relacionados con el suelo.
En la apertura institucional, Aitor Aldasoro Iturbe, viceconsejero de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Gobierno Vasco, recalcó la importancia del suelo como elemento imprescindible para cumplir la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y mencionó los avances que se han hecho en los últimos años en la descontaminación de los suelos de Euskadi.
Alberto Santana Ezkerra, bajo la premisa de que el arraigo es imprescindible para garantizar la protección del suelo, nos ofreció una apasionante presentación sobre unos elementos omnipresentes de la cultura tradicional vasca que pasan desapercibidos a simple vista: los seles, conocidos en euskera con multitud de nombres, como korta, gorta, sarobe, saroi, baso, zabal… Constituían el paradigma central de ocupación del suelo vasco, que dividía la tierra en parcelas circulares, de tal modo que no se saturaba ni explotaba el espacio, y la tierra se devolvía a la propiedad comunal una vez terminado el período de aprovechamiento. Cuando empezaron a construirse caseríos en los seles, adoptaron los nombres de estos espacios, que con el tiempo se convirtieron también en los apellidos tradicionales vascos.
Natalia Rodríguez Eugenio, miembro de la Secretaría de la Alianza Mundial por el Suelo de la FAO, retomó la idea de que los suelos sanos desempeñan funciones clave y servicios ecosistémicos imprescindibles para alcanzar los ODS. Pese a su importancia, un tercio de los suelos del mundo están en malas condiciones, por lo que urge acordar un Pacto Mundial para la Salud del Suelo para, entre otras cosas, reducir su degradación, la pérdida de biodiversidad, la pobreza y la malnutrición y aumentar las reservas de carbono orgánico del suelo.
Tras la pausa del café, hubo una mesa redonda moderada por Dietmar Müller-Grabherr, secretario del Common Forum on Contaminated Land in Europe, en la que participaron Ion Codescu, jefe de Unidad de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea; Alexander Boto Bastegieta, director general de Ihobe; Esther Goidts, asesora de la Dirección de Protección del Suelo del Gobierno de Valonia (Bélgica); y Antonio Callaba, en representación de la Subdirección General de Residuos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España. Partiendo del proyecto de la Ley europea de Salud del Suelo, debatieron sobre las dificultades de regular el suelo a nivel europeo, de transponer la legislación europea al reglamento jurídico de cada país y de encontrar recursos económicos para monitorizar el estado del suelo, ejecutar las acciones necesarias y hacer un seguimiento constante de los resultados.
Después nos repartimos entre cuatro mesas paralelas. Yo asistí a la que versaba sobre el suelo como aliado en la mitigación y la adaptación al cambio climático, moderada por Adolfo Uriarte, director de Patrimonio Natural y Cambio Climático del Gobierno Vasco. Primero, Malake Muñoz, responsable de proyectos de Acción Climática de Ihobe, nos habló de los proyectos piloto que se han llevado a cabo en el marco de Urban Klima 2050 para naturalizar el suelo y recuperar sus servicios ecosistémicos, por ejemplo, la recuperación de áreas periurbanas degradadas en Bermeo, la defensa del río Estepona en Bakio y la renaturalización de la regata de Errekatxulo en Donostia. Luego, Rodrigo Antón Sobejan nos describió el proyecto NAdapta, con el que se pretende aumentar la resiliencia frente al cambio climático en Navarra. Alicia Villazan Cabero ofreció una inspiradora presentación sobre los proyectos europeos de innovación llevados a cabo en Valladolid (ciudad misión que aspira a volverse climáticamente neutra para 2030) para demostrar la eficacia de las soluciones basadas en la naturaleza. Ion Codescu enfatizó la importancia de compartir la información sobre el suelo y los resultados de las diferentes prácticas para no tener que reinventar constantemente la rueda. Nagore García, por su parte, nos presentó el proyecto SoilSkin, un programa de ciencia ciudadana para monitorizar la salud del suelo utilizando como indicadores las coberturas biológicas del suelo. Por último, Núria Parpal nos habló del proyecto Life eCOadapt50, con el que se pretende ejecutar acciones de adaptación al cambio climático con la implicación de los agentes socieconómicos en Cataluña.
Por la tarde hubo varias excursiones y yo fui a la visita guiada por la Arboleda, donde nos hablaron del pasado minero de la zona y del modo en que se han regenerado el suelo y el paisaje, en su mayor parte de manera natural, desde que cesó la actividad extractiva. En más de una ocasión me ha tocado traducir textos divulgativos sobre la historia y los ecosistemas de Meatzaldea, así que fue un placer ampliar conocimientos sobre un tema con el que ya estaba familiarizada y ver de primera mano los lugares descritos en los textos con los que he trabajado.
El segundo día arrancó con la ponencia de Ana María Alonso Zarza, directora del Instituto Geológico y Minero de España, que aportó el punto de vista de la geología para analizar si los cambios provocados por el ser humano en el planeta, desde la concentración de CO2 y el aumento de las temperaturas hasta la presencia de minerales y depósitos antropogénicos, revisten tal magnitud que ya nos encontramos en una nueva era geológica: el Antropoceno. El significado preciso de este término debe concretarse en la geología, pero se puede usar con más flexibilidad en las humanidades y las ciencias sociales para hablar de la influencia humana en el sistema de la Tierra
Después, Margot de Cleen, asesora senior de política de suelos y aguas del Ministerio de Infraestructuras y Gestión del Agua de los Países Bajos, reivindicó la necesidad de cambiar de paradigma para promover el bienestar, la prosperidad y el medio ambiente dentro de la Estrategia Europea de Protección del Suelo y puso como ejemplos las islas artificiales del lago Marker Wadden, convertido en un paraíso para las aves, el proyecto LIFE CO2SAND, en el que se añaden capas de arcilla al suelo para aumentar su fertilidad y resiliencia, y la biolavadora de Utrecht, destinada a descontaminar las aguas subterráneas mediante procesos biológicos.
A continuación, Dario Piselli expuso la importancia de garantizar la salud del suelo para preservar la salud humana, dentro del enfoque One Health, y resumió los resultados de la evaluación del seguimiento de la contaminación cero, que señala todo lo que aún queda por hacer en Europa dentro del Plan de Acción Contaminación Cero.
Al hilo de esto, María José Sanz, directora científica del Basque Centre for Climate Change (BC3) y miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), explicó el valor que tienen los suelos en la adaptación y la mitigación de la emergencia climática, por su papel como reguladores del ciclo hídrico, la enorme biodiversidad que contienen y su función de reservorios de carbono.
Carlos Garbisu, director científico de NEIKER, dio una charla tan interesante como divertida sobre la biodiversidad del suelo, en la que nos mostró la belleza de lo pequeño, desde las redes fúngicas con las que se comunican las plantas hasta organismos microscópicos inteligentes como el moho apodado «blob» o la bacteria Paenibacillus vortex.
Después de la pausa volvieron las mesas paralelas y, en esta ocasión, elegí la que versaba sobre gestión forestal sostenible. En primer lugar, Alejandro Cantero Amiano, de la Fundación HAZI, nos presentó la red Basonet, que lleva más de veinte años analizando las parcelas forestales de Euskadi, y comentó los resultados de las últimas muestras, con las que se examinó la densidad aparente, el pH y la cantidad de materia orgánica tanto de plantaciones forestales como de bosques naturales. Por su parte, Roland de Lary, director general del Centro Nacional de Propiedad Forestal (CNPF), explicó el estado del almacenamiento de carbono en los bosques de Francia según su uso. Guillermo Fernández Centeno, consejero técnico de la Subdirección General de Política Forestal y Lucha contra la Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, comentó la propuesta de la directiva de seguimiento de suelos de la Comisión Europea y nos informó de algunos recursos públicos como el Inventario Nacional de Erosión de Suelos y el Mapa del Carbono Orgánico del Suelo en España. Ricardo Ruiz Peinado Gertrudix, del Instituto de Ciencias Forestales del CSIC, habló del carbono acumulado en la capa de hojarasca de los sistemas forestales en función de la gestión forestal. Por último, Rosa Calvo de Anta, catedrática de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Santiago de Compostela, explicó cómo influye la antigüedad de los suelos, la cantidad de precipitaciones y la presencia de ciertos minerales en el contenido en carbono de los suelos forestales españoles.
La última presentación corrió a cargo de Dalila Argueta, que me encogió el corazón con su relato de la lucha de Guapinol (Honduras) contra una mina de hierro que está contaminando el río del que la población depende para vivir. Denunció la criminalización de las personas que defienden la tierra, que se enfrentan al asesinato, a la encarcelación y al exilio mientras las empresas contaminantes se enriquecen a costa de la destrucción de su forma de vida. Asimismo, instó a los estados a fijarse en el origen de los productos que compran, pues el hierro que se extraiga de la mina de Guapinol va a acabar en Estados Unidos y en Europa.
Finalmente, Mari Mar Alonso Martín, directora de Acción Climática de Ihobe, y Alexander Boto Bastegieta, director general de Ihobe, expusieron las conclusiones del congreso y lo clausuraron con el deseo de que las conversaciones iniciadas aquí den frutos en el futuro.
Me siento muy afortunada por todo lo que he aprendido en esta primera edición de Soiluzioak y espero poder asistir a las próximas ediciones que se celebren en el futuro.