El Ojo de Polisemo XIV: traducción y multilingüismo

Hace varios días que regresé de Vigo, pero todavía no me he hecho del todo a la idea de que ya se ha acabado El Ojo de Polisemo y de que vuelvo a estar trabajando en casa en lugar de consultar el programa para saber cuál es la siguiente ponencia y compartir comidas y descansos con compañeras con las que solo tengo la oportunidad de coincidir en congresos como este. Así que escribo la presente crónica llena de nostalgia y de agradecimiento a todas las personas que lo hicieron posible.

Cartel de El Ojo de Polisemo XIV. Traducción y multilingüismo. Toda literatura es grande en traducción. Universidade de Vigo.


Un encuentro especial

El Ojo de Polisemo es un congreso bienal que tiene por objetivo servir de encuentro entre estudiantes y profesionales de la traducción editorial. Cada edición se celebra en una universidad española y la de 2024, que llevó por título «Traducción y Multilingüismo. Toda literatura es grande en traducción», tuvo lugar el 7 y el 8 de marzo en la Universidade de Vigo.

Se trata de mi sarao traductoril favorito y llevo asistiendo puntualmente desde 2012, pero este año ha sido muy especial para mí porque por primera vez formaba parte del comité organizador, debido a que hace unas semanas me incorporé a la junta de ACE Traductores en calidad de tesorera provisional. Aunque entré cuando la mayor parte de la organización ya estaba bien atada y solo contribuí con algún intercambio de mensajes de última hora (mi trabajo de verdad empieza ahora que la actividad visible ha terminado), me tocó estar pendiente de alguna cosilla para que todo saliera lo mejor posible y, una vez superada la desorientación inicial, lo disfruté muchísimo y resultó una experiencia de lo más positiva.


Literaturas de todos los tamaños

Las sesiones de la mañana encajaron a la perfección con el tema del congreso.

En primer lugar, la magnífica conferencia inaugural a cargo de Helena Cortés versó sobre las dificultades de traducir literatura de clásicos y nos ofreció varios ejemplos de traducción del alemán que destacaban la importancia del estilo y de la interpretación del texto original, desde pasajes del Fausto de Goethe hasta poemas y aforismos en los que la forma es el contenido. Defendió la necesidad de recrear los textos que caen en nuestras manos y lo ilustró con el cuento Rumpelstilzchen de los hermanos Grimm: el nombre del protagonista ha quedado tristemente sin traducir en las colecciones españolas, que se limitan a llamarlo «el enano saltarín», y Helena propuso una traducción que respetaba las características semánticas, culturales, morfológicas y fonéticas de un elemento tan importante para la trama.

Después tuvieron lugar varias charlas simultáneas sobre combinaciones lingüísticas menos comunes, bajo el título «Cita con otras literaturas», que se repitieron al día siguiente para que la gente fuera rotando entre las que más le interesaran. Yo pude asistir a la de María Ramos Salgado, que se centró en su experiencia en la traducción literaria del euskera al gallego, y a la de Rocío Moriones, que hizo un recorrido por la historia del urdu y la literatura en esa lengua, pero estoy segura de que también me habrían encantado las charlas de Teresa Benítez sobre el polaco, de Iván Cuevas sobre el portugués y el asturiano y de David Álvarez Martínez sobre el sueco y el gallego. ¡Otra vez será!


Los engranajes del libro

Por la tarde fue la primera mesa redonda sobre los engranajes del libro, moderada por Lidia Pelayo, en la que la correctora Rosalia Grandal, la editora Laura Saez y la ilustradora Laura Tova hablaron de sus motivaciones, su manera de trabajar y las dificultades a las que se enfrentan día a día. La segunda mesa, el complemento perfecto, tuvo lugar a la tarde siguiente y en ella, moderadas por Marta Sánchez-Nieves, la agente literaria Yulia Dobrovolskaya y Verónica García, en representación de una distribuidora nos explicaron en qué consisten estas dos profesiones que sabemos que están ahí pero cuyos entresijos no solemos conocer.


LPI, comienzos y premios

Hay varias mesas y ponencias que se han convertido en clásicos de El Ojo de Polisemo porque se repiten año tras año, aunque con ciertas variaciones.

La primera versa sobre la Ley de Propiedad Intelectual y los servicios que ofrece CEDRO para garantizar su cumplimiento y, como ya es tradición, corrió a cargo de Pedro Sánchez Álvarez, que fue capaz de resumir con claridad y de manera amena un tema muy complejo a pesar de los límites de tiempo.

La segunda, que se centra en cómo empezar en la traducción editorial, la impartieron este año Iria Taibo y Ana González Hortelano. Entre los numerosos consejos que dieron, destacaron la importancia de las asociaciones de traductores, que ofrecen orientación, información sobre contratos y derechos y otros servicios muy valiosos, como el programa de mentorías que organiza ACE Traductores con el fin de ayudar a dar los primeros pasos en la profesión.

La tercera es «La voz de las estudiantes», una mesa redonda que este año moderó María Ramos Salgado y contó con Ainhoa Rodríguez, Ana Doval y Alba Rodríguez, estudiantes de grado, posgrado y doctorado respectivamente. Fue muy interesante oírlas hablar de sus diferentes trayectorias, temores y esperanzas y, como amante de la mitología, me llamó mucho la atención el tema de la tesis de Alba, que estudia las similitudes entre la cailleach irlandesa y las mouras gallegas.

La cuarta, correspondiente al Premio Complutense de Traducción Universitaria Valentín García Yebra, la impartió la ganadora de la quinta edición, Susana Schoer, que ofreció una ponencia fascinante sobre el texto con el que se presentó a la convocatoria y las técnicas que de las que se valió para traducirlo. El texto en cuestión es un fragmento de Gods and Fighting Men: The Story of the Tuatha de Danaan and of the Fianna of Ireland, de Isabella Augusta Gregory (¡otra aparición de la mitología irlandesa!), y su traducción está disponible en la web de Vasos Comunicantes. La leí en cuanto tuve la oportunidad ¡y me quedé con las ganas de leer el libro entero!


Programa cultural

Como no podía ser de otra manera, el gallego estuvo muy presente en este Polisemo. Por un lado, en el congreso intervinieron el periodista, escritor y traductor Alberto Avendaño, que tradujo al gallego, entre otros, autores como Edgar Allan Poe, James M. Barrie o Roahl Dahl cuando apenas existían recursos lingüísticos y empleó la traducción para promover la normalización del gallego, y el poeta Claudio Rodríguez Fer, que presentó su poema A cabeleira, traducido a 70 idiomas como muestra de su compromiso con el multilingüismo y el diálogo cultural. Por otro lado, en la facultad había una exposición sobre el humor y la toponimia gallega y otra sobre la historia de las traducciones gallegas. Además, el encuentro finalizó con un sorteo de libros traducidos y al día siguiente hubo una ruta literaria sobre Domingo Villar, aunque yo me la perdí porque ya estaba en el viaje de vuelta a casa.


Un viaje alternativo

Hay una cosa que tuve clara cuando empecé a organizar el viaje para este Polisemo: haría todo lo posible por evitar ir en avión. El transporte entre Bilbao y Vigo deja mucho que desear, pero, si Claire North consiguió viajar de Londres a Ferrol en tren para asistir a la Hispacón de 2022, ¿por qué no iba a poder yo hacer algo parecido y, en teoría, más fácil?

Como a mí también me encantan los trenes, esa fue la primera opción que miré. Me llevé una gran decepción al descubrir que el viaje por el norte dura unas trece horas, más o menos lo mismo que en autobús, pero decidí no rendirme y enseguida me puse a buscar alternativas.

Al final, organicé tanto el viaje de ida como el de vuelta en dos fases: Bilbao-Madrid en bus y Madrid-Vigo en tren para ir y Vigo-Burgos en tren y Burgos-Bilbao en bus para volver. La duración total fue similar, pero con una gran ventaja: los trayectos a pie desde la estación de tren a la de autobús me brindaban la oportunidad perfecta para tomar el aire, estirar las piernas y comer tranquilamente (en el caso de Madrid) o hacer un poco de turismo (en el par de horas que pasé Burgos).

La experiencia fue tan satisfactoria como esperaba. Aunque tuve que madrugar más de lo deseable y hubo algún contratiempo en la vuelta (debido a las obras de las vías, parte del trayecto previsto en tren desde Vigo tuvimos que hacerlo en bus), mereció totalmente la pena y no dudaría en repetir. Mi momento favorito del viaje fue precisamente en el tren de vuelta, cuando fui a la cafetería a dar buena cuenta de las provisiones que había traído y allí, comiendo de pie en la barra frente a la ventanilla, pude disfrutar de los maravillosos paisajes nevados que desfilaban ante mí. Íbamos demasiado rápido para sacar una foto en condiciones, pero la belleza que contemplé se me ha quedado grabada en la memoria y sonrío agradecida cada vez que pienso en ella.

Si en algún momento tienes que hacer un viaje relativamente largo y tu primer instinto es mirar vuelos, te invito a buscar opciones más sostenibles. Aunque es innegable que la crisis climática exige un cambio sistémico cuya responsabilidad corresponde principalmente a los gobiernos y a las grandes empresas, no hay que perder de vista que las pequeñas acciones individuales generan efectos acumulativos y tienen el poder de inspirar cambios colectivos. Y, cuando se dispone de tiempo y de una alternativa razonable, renunciar a un medio de transporte tan contaminante como el avión no es en absoluto un sacrificio, sino todo lo contrario: permite viajar de una manera más reposada, disfrutar de todo el trayecto (lejos del estrés de los aeropuertos y sus colas interminables) y conocer lugares que de otra manera pasaríamos por alto. ¿Te animas a probar? Si es así, ¡me encantaría que me contaras tu experiencia!

¿Necesitas traducir un libro entre el español y el euskera o del inglés, del francés o del alemán al español o al euskera?

Ponte en contacto conmigo y estaré encantada de ayudarte.


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