Traducción literaria y representación cultural en un contexto poscolonial
El jueves pasado asistí a un taller en línea sobre traducción poscolonial, impartido por Tana Oshima y organizado por ACE Traductores. Me apunté con muchas ganas porque me parece un tema importantísimo y quería aprender más después de leer el artículo que publicó hace unos meses en Vasos Comunicantes.
Empezamos con un ejercicio de calentamiento en el que teníamos que describir dos imágenes: una estaba formada por varios platos típicos de España y otra, por platos japoneses. Tuvimos que reflexionar sobre las diferencias entre una descripción y otra: ¿sabíamos el nombre de todos los platos?, ¿qué tipo de adjetivos usamos en cada caso?, ¿qué conocimientos previos dábamos por hecho que tendría quien leyera nuestra descripción? Una de las cosas más llamativas fue que, al describir los platos japoneses, aparecieron adjetivos como «sofisticado» y «extravagante», valoraciones que nadie había hecho con la comida española.
Después, entramos en materia con varios ejemplos que, aunque sacados del inglés, nos sirvieron para reflexionar sobre la perspectiva poscolonial en la traducción de textos y lenguas orientales. Aunque la dicotomía Oriente/Occidente es un binarismo artificial, es una metáfora útil para hablar de las jerarquías de poder que existen en el mundo: «Occidente» frente a «Oriente» y colonizador frente a colonizado. Muchos de los problemas que se plantean en la traducción de lenguas orientales a lenguas occidentales son los mismos que encontramos en otras combinaciones lingüísticas, pero se intensifican debido a las relaciones de poder, los estereotipos y el racismo. En ese sentido, fue muy interesante comparar dos traducciones de Las mil y una noches: una de un traductor sirio familiarizado con el contexto cultural de la obra y otra de un británico que oscilaba entre la domesticación y la exotización.
Tana argumentó que, como traductoras, tenemos la responsabilidad de acercar la cultura de la que traducimos y representarla correctamente, sin caer en estereotipos racistas ni contribuir al imaginario colectivo que se tiene sobre esa cultura. Por eso, es importante ser fieles al contexto original y mantener los referentes culturales en lugar de adaptarlos, pues se pierden conceptos importantes si se reduce, por ejemplo, a «fideos» o a «triángulo de arroz» lo que la cultura original se denomina respectivamente udon y onigiri. Esto me recordó a su traducción de Agujero, de Hiroko Oyamada, con la que aprendí el nombre de unos cuantos platos japoneses y sus descripciones gracias a las notas al pie.
Aunque yo no traduzco de ninguna lengua oriental, lo que he aprendido en este taller también me parece muy útil para traducir libros escritos en inglés, francés o alemán, sobre todo si provienen de culturas no hegemónicas, porque me ayudará a respetar la cultura del texto original y encontrar el mejor modo de transmitir sus particularidades a la lengua de destino sin perder matices ni propagar estereotipos.