El libro del clima, de Greta Thunberg

La mayoría de la gente no es consciente de lo que significa la crisis climática. Aunque las temperaturas extremas, las inundaciones y los incendios forestales sean cada vez más frecuentes, no se nos informa como es debido de sus causas, sus implicaciones y, sobre todo, el contexto global en el que se producen. Si supiéramos de verdad hacia dónde nos dirigimos, si entendiéramos que nos encontramos en una emergencia, cambiaríamos radicalmente nuestro comportamiento por el bien de la humanidad y del planeta. Esa convicción es la que llevó a Greta Thunberg a reunir las aportaciones de decenas de investigadores, activistas, periodistas del clima y escritores para crear El libro del clima (publicado en español por Lumen con la traducción de Francesc Pedrosa Martín, Majel Reyes Quesada y Joandomènec Ros i Aragonès).

Cubierta de «El libro del clima», editado por Greta Thunberg. La ilustraciónEl primer paso es saber dónde estamos y cómo hemos llegado hasta aquí, así que los primeros capítulos están dedicados a explicar el funcionamiento del clima, desde el equilibrio de gases de la atmósfera hasta los puntos de inflexión que darían lugar a cambios incalculables e irreversibles. Se habla del descubrimiento del cambio climático antropogénico, la resistencia de los dirigentes políticos a tomar medidas y la presión de la industria de los combustibles fósiles, que tergiversó y ocultó información fundamental con el fin de seguir obteniendo beneficios de la destrucción del planeta.

La crisis climática ya se siente en todo el mundo: en el deshielo de los glaciares, en el calentamiento y la acidificación de los océanos, en la desaparición del permafrost, en las olas de calor cada vez más intensas y más frecuentes, en la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, las personas que más sufren sus efectos son quienes menos responsabilidad histórica tienen, por lo que es imprescindible tenerlas en cuenta en cualquier solución que se proponga, tomando como base los principios de la equidad, la reparación y la justicia climática. Por eso, en el libro se da voz a activistas del Sur Global y de los pueblos indígenas, que llevan décadas luchando para proteger su tierra y saben mejor que nadie a qué problemas se enfrentan y cómo se pueden solucionar.

Hay lugar para la esperanza, pero tenemos que ganárnosla. Para empezar, tenemos que reconocer la realidad: los objetivos climáticos internacionales no tienen sentido sin un compromiso vinculante de cumplirlos y, sobre todo, si en los planes no se contabilizan todas las emisiones, incluidas las biogénicas, las asociadas al consumo de productos importados y las derivadas del transporte marítimo y aéreo internacional. Tampoco podemos confiar ciegamente en las energías renovables, el reciclaje o las sonadas tecnologías de almacenamiento de carbono (que a día de hoy ni son rentables ni parece que vayan a alcanzar la escala necesaria a tiempo) porque lo que de verdad necesitamos es un cambio sistémico en la manera en la que nos relacionamos con el mundo.

Las acciones individuales tienen importancia debido a su potencial para influir en las personas del entorno y desencadenar cambios colectivos; por eso es importante alzar la voz en nuestras plataformas. Sin embargo, no saldremos de la crisis climática sin cambiar el sistema en sí, desde la alimentación y el transporte hasta la producción y el consumo. Y, por supuesto, hay que garantizar una transición justa, que no deje atrás a nadie y que exija más a quienes más tienen y más se han beneficiado de la situación actual.

El libro del clima está lleno de rabia, y con razón: nos han mentido, los medios de comunicación no nos han informado como deberían, los gobiernos siguen manipulando las cifras, el sector de los combustibles fósiles obstaculiza cualquier avance para seguir enriqueciéndose. Una y otra vez se nos recuerda que hemos perdido un tiempo precioso, lo que nos obliga a tomar medidas radicales ahora para conseguir algo que habría sido relativamente fácil de haber empezado hace cuarenta años. Pero es bien sabido que la rabia puede ser un motor del cambio y una de las ideas en las que se insiste a lo largo del libro es que no podemos rendirnos: cada décima de grado que logremos contener el aumento de la temperatura es un triunfo decisivo y condicionará el mundo en que el que vivirán no solo las generaciones futuras, sino también la nuestra. Este libro es una llamada a la acción y ofrece las claves para entender lo que debemos hacer para garantizar un futuro sostenible para todo el mundo.

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